... ...

Soy la mujer del jefe de la hacienda

Nos mudamos a nuestra hacienda para atenderla sin imaginar lo que ocurriría allí. Tenía 17 años y mi padre me encargó dirigir las caballerizas, allí trabajaba un hombre muy negro y alto que empezó a tratarme con mucha atención. Era muy agradable y colaborador, y poco después empezó a traerme flores o chocolates. Me sentía un poco incómodo de que un hombre me tratara así, pero poco a poco se me fue haciendo natural. Me quedaba hasta más tarde que todo el mundo y noté que el hacía lo mismo.

Dos semanas después de llegar me llamó al aras y me mostró 2 caballos machos que copulaban y me preguntó que qué hacía. La escena me excitó y le dije que no sabía, entonces me dijo: Que dos machos se hagan el amor me parece algo bello, mira, los penes de ambos están erectos. Lo miré y tomó mi mano y dijo que me acercara. Los veía allí copulando, oía sus bramidos y miré extasiado. Al separarse se restregaron un poco y luego se separaron.

Él me dijo: vamos, y fue entonces que noté que aún tomaba mi mano. Perdón, dijo, creo que me excité mucho, y tienes una mano muy suave. Lo miré y el tomó mi rostro y me beso en la boca. Sus labios abrieron los mios y pronto su lengua invadía el interior de mi boca, coloque mis manos en su pecho para separarme, pero no insistí mucho, aquel beso era delicioso. Después de unos minutos me dejó y me pidió perdón. Yo temblaba de miedo y deseo, el tomó mi mano y me llevó hacia la casa de la hacienda. Antes de llegar me dió un beso en la boca y se despidió.

Esa noche me masturbé varias veces recordando ese episodio. Al día siguiente tenía miedo de verlo, pero todo fue normal. Cuando cerraba la oficina del aras, él me tomó por detrás, giré asustado y el me besó larga y apasionadamente, confesandome que le gustaba mucho. Yo estaba muy excitado y asustado, aquellos besos me volvían loco, pero sabía que el deseaba hacerme el amor, y eso me turbaba mucho, porque yo también había empezado a fantasear sexualmente con el.

El sábado todos se fueron a las 11 am, y Juan se quedó conmigo, esta vez me llevó hacia una pequeña quebrada, allí me beso largamente besandome con deseo y lujuria, y me fue desnudando sin que me opusiera. Al desnudarse vi su bello y viril cuerpo, pero me asusté con el tamaño de su pene. Juan me colocó en sus piernas y me acarició a placer, sentí como hundía uno de sus dedos en mi y no me opuse. Me trabajó sin apuro y una hora después perdí mi virilidad en sus brazos.

Fue una sensación tremenda, me sentí lleno, completo, suyo, invadido, profanado, y tuve un orgasmo muy intenso,pero sus movimientos apenas empezaban y el prolongó mucho la llegada de su orgasmo, y al sentirlo exploté por segunda vez.

Juan empezó a montarme diariamente, cuando caminábamos a casa su semen iba saliendo lentamente de mi ano y mi boca había recibido su ración de semen.

Me depilé para el y descubrí que sus cogidas me dejaban muy satisfecho, ya no necesitaba sentir orgasmos y las mujeres dejaron de interesarme. 

Hoy estoy al frente de la hacienda y soy su mujer. Mi familia entró en shock al enterarse, pero ya lo aceptaron y yo vivo con mi magnífico semental oscuro

¡Comenta! (No es necesario registrarse, solo escribe el comentario y da ENVIAR)

error: ¡Hey! Jálatela, no te los lleves.