Uno de esos días complicados del tránsito debía viajar en tren a la ciudad para realizar trámites. Estaba vestido con camisa y pantalón algo entallados pero como ya soy un hombre maduro trató de evitar quedar en ridículo con el aspecto. 

Ese día el tren se llenó pues había un retraso y viajamos todos muy ajustados. Traté de acomodarme como pude y arrancó. Antes de llegar a la próxima estación eran tantos los pasajeros que no hacía falta sostenerse de ningún lado pues nos sostenemos apretados unos a otros. 

De golpe empecé a sentir que por delante mío había una mano que no podía ver de dónde venía y me empezó a acariciar mi pene. Primero pensé en apartarme pero la verdad no podía. Así que iba a tener que aguantar pensar en otra cosa para no exitarme. No pude. 

Era tan suave y caliente el modo que esa mano me tocaba me puso durísimo. Ahí empecé a sentir que el cierre de mi pantalón comenzaba a bajar y mi pija salió de la propia presión que ejercía de lo dura. 

La cuestión es que esa mano me empezó a masturbar. Nadie veía nada, o eso creía, porque era todo tan apretado que no podía darme cuenta de dónde venía la mano y si era de varón o mujer, cosa que mucho no me importaba pero solo por curiosidad me intrigaba. 

Así el tren llegó a la estación. Entró algún pasajero y no bajó nadie, así que el apriete seguía. Yo no me quejaba. Pero mi sorpresa fue grande cuando me doy cuenta que prestar atención tanto a mi frente no había percibido y mi cola estaba siendo manoseada.

La cuestión no era solo eso. Sino que empecé a sentir unos dedos que recorrían entre mis nalgas y al llegar a la zona del ano hacían más presión. Después la mano se corrió y comencé a sentirme apoyado en medio de la cola por una verga dura y grande. 

No podía moverse pero ahora seguía excitado a los dos lados pero mi pantalón seguía en su lugar, así que dejé que me sigan pajeando y a la vez baje una de mis manos para ver qué pasaba con esa verga que me apoyaba. Logre tocarla. 

Si era dura y parecía interminable. Como en realidad todo me excita, dar, recibir, hombre o mujer, comencé a imaginar semejante pija penetrandome y casi acabo. Pero empecé a hacer lo mismo que me hacían a mi. 

Al bajar el cierre sentí esa pija caliente en mi mano. La rodé toda y comprobé que me sobraban varios centímetros así que empecé a pajearme. Se puso aún más dura y el tipo empezó a mover su cadera dándole empujones y yo puse mi mano rodeándola y apretandola para que sienta más y una mano de él se metió debajo de mi pantalón. 

Me acarició la cola y sus dedos se metieron en mi ano. Fue hermoso. Dedos fuertes y ásperos que gracias a mi calentura entraban sin problemas, siempre tengo crema puesta en la cola para evitar lastimarme porque mi piel es delgada, así que recibí una dedada de tres firmes. 

El tipo acabó en mi mano y yo me di ahí cuenta que ya quien me masturbaba se habría bajado pues quede con pija afuera y sin acabar. 

Llegamos a la última estación y le subí el cierre. Me sacó la mano. Gire sobre mis pies como haciendo que me acomodaba para bajar y pude verle la cara. Era un hombre más joven que yo. De unos cuarenta y pico, morocho y ancho de pecho. 

Ni me miró. Hizo como si nada. Bajamos todos y lo miré por si había una señal, pero así terminó mi viaje de ida en tren. Lindo pero para mi parte sin final.

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