Vivo hace unos años en la ciudad de Buenos Aires. Cuando llegué no conocía a nadie, vine solo y es una ciudad tan grande…
Como vine por trabajo y me veían solo, me empezaron a invitar a los after office, en el bar de la esquina de la oficina. Yo no soy de tomar pero iba para hacer amigos y tener algo de vida social. Mis compañeros son bien chongo hetero, y hacen lo que sea para no volver rápido a su casa.


Un día en el bar todos tomamos de más, y noté que el mozo que nos servía las birras miraba a uno de mis compañeros, el más lindito del grupo, que tiene un cuerpo atlético y unos brazos que rellenan bien las mangas de la camisa. Se llama Andrés. Tiene una sonrisa que compra a cualquiera. Cosa que el mozo, un chico de 20 años y cuerpo fit, moreno y de ojos negros, no dejaba de mirarlo, y yo veía de lejos.


Soy un tipo normal, no hablo mucho. Mis compañeros solo hacen chistes y hablan de mujeres y comprar un celular nuevo, pero me quedaba para que me sigan incluyendo, total vivo cerca y es fácil volver. Ellos son de más lejos. En eso nos traen otra tanda y al mozo se le “cae” la birra en la camisa de Andrés, que putea y se enoja, y le ofrecen secarle la camisa en la cocina. Se va para adentro con el mozo, y vuelve a los minutos sin camisa y se sienta a la mesa, con su sonrisa habitual. De imaginármelo adentro de la cocina solo con el mozo y verlo sin camisa, con el pecho grande y sus brazos como troncos, expuestos a mis ojos bajo la escasa luz del bar y la avenida Corrientes, no pude evitar una erección. I entras lo miraba embobado y un poco borracho, me doy cuenta que el mozo me miraba, se había dado cuenta que yo estaba absorto en Andrés. Eso potenció mi erección y me quedé mirándolo también. En la siguiente tanda de cervezas me trajo una más cargada y cuando me la puso en la mesa me rozó con su bulto.
Ya me costaba respirar del estado de excitacion que tenía.

Me disculpe y fui al baño, me desprendí la camisa y me encerré en el box a desprenderme el pantalón y masturbarme pensando en la situación. En eso entra Andrés y va derecho al mingitorio. Por una rendija pude ver cómo se desabrochaba el pantalón y sacaba una pija grande y simétrica. Eso me puso tan al palo que empecé a largar un poco de precum mientras miraba. Andrés se va y me quedo solo, pajeandome a dos manos. Entra otro compañero a preguntar si estoy bien, que ya se van. No podía salir con la pija al palo, así que le dije que vayan yendo, que vivo cerca.

Sigo en lo mío, tocándome viendo porno y pensando en Andrés. Cuando estoy así me cuesta acabar, puedo estar horas en estado de extasis. En eso entra el mozo a decirme que están por cerrar, yo no escucho porque estaba en otra cosa. Así que abre la puerta y me ve con los pantalones abajo, sentado con la pija en una mano y el celular en la otra.

Yo me quedo paralizado esperando ver su reacción, y que me echen del bar. En vez de eso se me acerca, no dice nada, y se arrodilla en el suelo. Pone sus manos en mis rodillas y empieza a chuparme la pija, primero despacio y con una boca suave, un poco fría. O quizá era lo que yo estaba tan tan caliente. Le presiono la cabeza para que me hiciera garganta profunda, no podía creer que terminara así. Llevaba mucho tiempo sin sexo, viviendo solo en Buenos Aires.

El mozo me pasaba la lengua por los testiculos. Le levanto la cabeza y le doy un beso, para sacarle con mi boca el precum que tenia chorreando. Me levanto y lo apoyo contra la pared, le paso un brazo por adelante y le presiono el cuello, sin dejarlo respirar. Ambos transpirados, cuerpo a cuerpo.
Con la lubricación natural empiezo a penetrarlo por atrás.

En eso apagan las luces, y el me dice que tiene llaves, que no me preocupe. Gime de dolor, así que lo hago más despacio. Cuando mi pija logra entrar hasta el fondo el mozo da un grito. Empiezo a darle duro, mientras el se masturba. Ambos gimiendo, en la incomodidad de un box de baño del bar.

Recuerdo el cuerpo de Andrés, su pija en el baño, el mozo mirándolo, el viéndome a mi, y yo taladrándole un culo bien redondo y durito. No aguanto más, y le acabo adentro, aprentandole fuerte el orto. Cuando el mozo lo siente acaba el también. Nos limpiamos y sin decir nada nos fuimos. Esa noche dormí tranquilo y quedé esperando el próximo after office.

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