Relatos eróticos gay en español
Al inicio me sentí extraño pues estaba durmiendo con su pareja a la vez, me hice el dormido e intenté no pensar en ello y para ver qué pasaba pero me era imposible dormir mientras me acariciaba y sentía tan bien, de hecho al momento se me despertó el niño… imagínense.
Me despedí de todos y fuí a coger el coche. Me senté en el asiento del conductor y cogí el teléfono, empecé a descargarme todas las aplicaciones gays que podía para ver si conseguía algo aquella noche.
Mi hermano me preguntaba que por qué lo hacía, que pasaba conmigo. Yo solo respondí que esta era la fantasía que tenía desde niño, que siempre lo había deseado y ahora todas esas pajas, todos esos litros de leche en su nombre se estaban convirtiendo en realidad. Comencé a besarlo en esta pose, imposibilitando moverse, en la cara y en el cuello, sintiendo el aroma a macho que tantos años me había perdido.
El profe fue se sentó a mi lado me dio el examen y comencé, el no se movía de mi lado y sin mentir yo estaba mas concentrado en el que en la prueba. Tras unos minutos ya estaba que temblaba y él me pregunto qué pasa y pues le dije que nada…
Una vez que se fue toda la familia el me llamo a su habitación fui y ver ese cuerpo desnudo y las ganas que tenía hizo que mi pene se levante me desvestí pronto, ver ese cuerpo hermoso y marcado en su cama esperando que le de placer, fue cuando nos empezamos a besar como locos
Cerca de mi casa hay un parque y ahí se han quedado muchas de estas personas casi a vivir; hay entre ellos una pareja de hermanos hondureños, ellos son Jonas de 17 y Homero de 15, viajan solos.
Todo empezó mi tranquilo besos en el cuello, mordiscos en pezones, lamer labios, pero la app iba incrementando la intención. Cuando era mi turno ¡Boom! «Mama pene»
Pasó un ratito y seguía jugando con mi verga y con el cepillo en mi culo, de tanto gusto no me percaté que alguien había entrado y me veía desde la puerta, era mi tío Armando.
Entré y escuché que me dijo «Putica, déjate de cuentos, yo sé que te gustan los machos, no eres señorita, te ví hace días, en el otro patio, cuando Dan te bajaba los pantalones y te besaba, yo estaba en la azotea del edificio de al lado y lo ví todo. No eres varón, eres una putica…y serás mía sola. Desde ahora harás todo lo que te mande, serás mi esclava ¿Entiendes putica?»
Pasaron unos minutos y todo parecía ir bastante seco, yo seguía a full con mi erección. No sé me bajaba por nada del mundo. Hasta que en eso mi hermanastro me dijo «¿Me tallas la espalda?».