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Seduje a un amigo de papá

Mi apetito insaciable por los hombres maduros en algunas ocasiones era imposible de disimular…esto también ocurrió cuando tenía 17 años. Cierto día asistí a una fiesta en la empresa donde trabajaba mi padre, ya que iban a entregarle una medalla por sus méritos y él se sentía orgulloso por eso…no podía fallarle.

Decidí ir, pensando en que tal vez no iba a ser tan aburrida como creía, ya que podía conocer algunos hombres de la empresa y tal vez alguno de ellos dispuesto a tener alguna aventura conmigo…así fue, cuando llegué mi padre comenzó a presentarmme a sus compañeros a medida que iban llegando y entre otros llegó Guillermo, un hombre de unos 60 años muy elegante y varonil, con una barba espesa y grisácea muy cuidada y una pancita atractiva y viril.

Su mirada era despierta, de tipo tramposo, atrevido y acaparó mi atención desde el primer momento…durante los primeros minutos de la reunión él se mostraba muy atento para conmigo, como si quisiera caerme simpático y no tardé en poner una buena carga de libido en mi mirada cada vez que nuestros ojos se encontraban… nos buscábamos todo el tiempo.

En medio del barullo y la dispersión el juego se fue intensificando…y en un momento se acercó a mi oído y me dijo: «Si me seguís mirando de esa manera lo vas a lograr»; yo le sonreí aprobando pero sin decirle una palabra. Al rato me miró con cierta insistencia y se dirigió al baño.

Esperé unos segundos y fui detrás de él, obviamente era lo que Don Guillermo estaba esperando, cuando entré me hizo un gesto llamándome para que entre en un servicio individual, cerró la puerta y me abrazó y me dijo: que linda cachorra ha criado mi amigo…te gustaría que tengamos un secreto? «Me encantaría» le respondí y comencé a comerle la boca con desesperación.

Él me empujó para que me agache y abriendo los botones de su pantalón me puso apresuradamente su hermoso pedazo en la boca el cual yo se lo chupé golosamente mientras él acariciaba mi cabeza y decía «que hermosa puta vengo a encontrar; se ve que te encanta… ándale así, chúpamela toda, perra golosa… quiero que seas mi hembra…».

Al oírlo interrumpí la mamada lo miré a los ojos y le respondí «quiero serlo, a toda hora… me volvés muy loquita», y seguí mamándosela y al cabo de unos minutos descargó un chorro de leche hirviendo en mi boca el cual tragué todo sin desperdiciar nada. Luego lo besé y le dije “pásame tu teléfono y tu dirección que quiero hacertelo todos los días”.

Salimos del baño, volvimos a la fiesta y durante la noche volvimos un par de veces a repetir nuestro encuentro…me pasó su teléfono y el fin de semana me invitó a su casa en un country donde invitó a dos amigos de su edad a enfiestar mi colita una y otra vez…después segí siendo su mujercita por varios meses, a veces exclusiva y otras veces para sus amigos…me encantó vivir ese romance…

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