Era una tarde cuando me ganaron las ganas de ir al baño, pero como andaba en la calle llegué por necesidad al baño de la Central de Autobuses en mi ciudad, Aguascalientes, en México. Me paré frente al mingitorio colectivo y me dispuse a orinar. Fue entonces que noté una mirada penetrante y a mi lado, un hombre muy atractivo, de gafas y bien vestido me veía detenidamente. 

Yo supuse de inmediato que trataba de «ligarme» y entonces me excité. Todo ocurrió en segundos, tuve una gran erección y sacudí orgulloso mi verga para llamar más su atención. Acto seguido, guardé mi «credencial» y salí…

Ya en la puerta de acceso, me alcanza el tipo y me pide un cigarro. Gustoso se lo di y me dio las gracias a la vez que me invita una “Coca”. Yo acepté y nos fuimos a una cafetería cerca de ahí… La conversación fue muy equis, sobre mil cosas, hasta que llegó casi la hora de despedirnos y nos intercambiamos teléfonos. 

Al anotarle mis datos me pregunta si ese es mi nombre y el título mi profesión. Le dije que sí. Él vio los datos, palidece y me dice que le da mucho gusto conocerme.

Al día siguiente me llama por teléfono y concertamos una cita…. Estuvimos viéndonos casi tres veces por semana y el asunto era tomar un café o unas cervezas… no se hablaba de sexo, que era lo que había llamado mi atención en el baño.

Sin embargo, el tipo me agradaba, ya me empezaba a simpatizar y me gustaba su forma de hablar de su desempeño laboral. Casi al mes me invitó a su casa. Vivía solo, con cierta comodidad. Habíamos llevado unas latas de cerveza y, sentados en la alfombra de la sala mientras tomábamos la cerveza escuchábamos música.

Tuve necesidad de ir al baño y él me indicó el camino. Mi sorpresa no tuvo límites cuando sobre el lavabo del vestidor estaba una veladora encendida frente a una foto MÍA. N podía ser, la tomé, la acerqué a la luz y NO, NO ERA YO. Confundido oriné y regresé a su lado. Estaba llorando… me preguntó: «¿Ya te diste cuenta?

Le contesté que no entendía la situación y empezó a contarme: «Era mi pareja, lo fue durante diez años, tenía tu nombre y su profesión era la misma que la tuya. Hace seis meses que murió en un accidente carretero. Jamás lo volví a ver, porque su féretro lo entregaron sellado, quedó despedazado, por eso, el día que te vi tuve un vuelco en el corazón…. eres idéntico. Te voy a querer mucho».

Nos abrazamos, lloró, enjugué sus lágrimas y más tarde, me lo llevé a la cama.

Fue una sesión de sexo increíble. Enrique tiene una forma de mamar verga y chupar culo que no he visto desarrollada en otra persona, y vamos que llevo muchas experiencias. A la hora de cabalgarme sentándose sobre mi tranca, era todo un experto. 

Cogimos en todas las posiciones, le mamé su rica verga, de muy buen tamaño y consistencia. Fue una noche de sexo a morir.

Al terminar cada polvo, se levantaba y se metía a bañar. Tenía la piel enrojecida de tallarse con el zacate…. en cada ocasión usaba un bóxer limpio.

Seguimos una relación más o menos regular y me di cuenta de su obsesión por el baño…. Seis y hasta diez baños al día… eso en dos semanas de vacaciones que convivíamos todo el día. Fuera de allí todo era «NORMAL»

Una ocasión, al revisar su ropa para llevarla a la lavandería encuentro una colección de notitas dirigidas al difunto. En ellas le decía que sabía que yo no era él, pero que cada vez que cogía conmigo estaba con él y que se bañaba constantemente para retirar todas las impurezas porque era a él y sólo a él a quien amaba y que cada ensartada que se daba en mi verga era en su memoria.

Esto me sacó de quicio y cuando llegó, sin hacer escándalo le dije que había visto esas notas y que me parecía que debía poner en claro sus ideas, ubicarse en la realidad y que yo podía recomendarle un profesional en psiquiatría que lo ayudara a superar su situación.

Se ofendió muchísimo, se tornó agresivo, se desnudó, se arañó todo, se maltrataba con un cinturón el pene y los testículos, se golpeó contra una puerta y, aunque resulte cobarde mi actitud, tomé mis cosas y huí… cuando me vio en la reja de la calle me gritaba… «No te vayas mi amor… sabes que siempre te he querido… no sé por qué te me vas de nuevo… tan feliz que estaba con tu regreso»…

Yo no regresé…

Eso ocurrió hace ocho años.

La semana pasada vi su esquela en el periódico. Hablé con su jefe del trabajo y me dice que murió en un hospital psiquiátrico. El amor tiene sus tramos de camino escabroso.

Cuidemos nuestra salud física y mental. Ya es bastante con el «numerito» como para dejarnos llevar por la tragedia.

Hemos de aprender a aceptar la vida tal y como es. No podemos hacer nada por cambiar el rumbo de las cosas cuando éstas ya se dieron.

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