El dueño de la papelería ahora es mío
«Sé que me traes ganas desde el primer día que se fue mi esposa y he notado como me miras, aprovecha que ella no está y que ando bastante ganoso» me dejó helado su confesión.
Relatos eróticos gay en español
«Sé que me traes ganas desde el primer día que se fue mi esposa y he notado como me miras, aprovecha que ella no está y que ando bastante ganoso» me dejó helado su confesión.
La neta es que el chavo estaba bien rico, era súper flaco y medio chacal, de esos que de verlos te calientas; yo hice como que me empinaba para abrocharme la agujeta; ahí fue donde me dijo que tenía buen culo, yo le dije que sí quería lo podía tocar. Entonces me dijo que me subiera, él cerró el camión y nos pasamos a la parte de atrás.
Se apartó una parte de su bata una vez que estaba acostado y me dijo que eso que veía era toda mía. Confieso que tenía nervios y suspiré al ver ese trozo de carne, calculo que eran 18 cm, algo gruesa, con una curva hacia su derecha, morena y de cabeza rosada.
De nuevo se acuesta a mi lado y está vez fue él quien pegó su cuerpo totalmente al mío, yo estaba que estallaba cuando me dice que ese frío lo ponía bien cachondo y que desde que había nacido el bebé mi prima no quería tener relaciones, a lo cual le pregunté que cómo se ponía y él se baja su short y me dice, “así” y me muestra una verga totalmente erecta, blanca, recta, con mucho pelo, como de 18 cms, con una cabeza grande y rosada.
Él bufaba, sentía como su cuerpo se calentaba más y más, cuando de pronto sentí sus dedos dentro de mi, me bajé hacerle un oral, le olía rico la vrga, limpia, tenía mucho precum y sabía riquísimo, no tardó en venirse y le pedí que me los echara en las nalgas, quiso meterla y venirse dentro pero no quise, era la primera vez que lo veía.
Entonces el señor se acercó a mi y me dijo en voz baja: “tienes un buen culito y quise que vinieras porque quiero que me des unas mamadas de verga” y lo dijo con tal seguridad y esa ronca voz que yo ya no hablé más cuando me agarró de los hombros y me hincó frente a él.
Con más valor que antes le metí la mano por el pantalón y sobre el bóxer le toqué sus duras nalgas y pensé en la posibilidad de tocarlo pero ahora por dentro del bóxer.
Le dije «dime tu habitación y sabrás si soy o no capaz». Así fue. Me bañé y subí. Se sorprendió al verme en la puerta de su habitación. Le dije, «aquí estoy, ¿cómo que no era capaz?»
Se lamió el dedo y lo volvió a introducir; lo hizo repetidas veces hasta que sentí dos de sus dedos adentro de mi. Metió sus dedos en mi boca y me dijo «para que veas lo rico que sabe tu culo» acto seguido me los volvio a meter por el culo y segui mamando mientras yo solo me masturbaba.
Me retiró y entendí que ahora era mi turno de recibirlo; él se subió el pantalón, fue asu cuarto y trajo ropa interior de su mujer, muy linda, de encajes. Me desnudó, me puso las tangas de su mujer y un bra.