Estaba por trabajo en un hotel y decidí darme un masaje. Enviaron a un hombre negro, me turbé un poco pero me desnudé como el me indicó. Sus manos eran deliciosas y fuertes, los masajes que me hizo en los pies vencieron toda mi resistencia.

Trabajó mi cuerpo por delante diciendome que estaba muy estresado, lo que era cierto. Al voltearme su manos volvieron a mis pies, luego pantorrillas, muslos, de allí al cuello, hombros, y espalda. Al ver como anqueaba mi espalda cuando bajaba sus manos por mi columna me dijo:

«Tienes no solo estress físico y mental, también estás cargado sexualmente. Lo que voy a hacerte te va a relajar mucho, ¿estás de acuerdo?» Yo le dije «Si, está bien». Entonces sentí sus manos en mis glúteos, mi pene se erectó y me sentí muy avergonzado, pero el continuó tocándome, pasó uno de sus dedos por mi ano y reaccioné inesperadamente.

Entonces me dijo que el ano era un lugar donde mucha gente reflejaba el estress, si no lo tratas, me dijo, terminarás con hemorroides y tal vez hasta úlcera anal. ¿Cómo lo trato?, le pregunté, y el me dijo: Eso déjamelo a mi. Sus masajes se hicieron suaves, estimulando mucho mi ano, aquello empezó a gustarme y excitarme mucho.

El colocó un cilindro en mi ano, que había lubricado muy bien y lo deslizó totalmente en mi cuerpo. Sentí que vibraba y me estimulaba la parte de mi ano que daba hacia mis testículos, era una sensación deliciosa y nueva. Introdujo algo en el cilindro y este fue más grueso, luego deslizó otro cilindró y fue más grueso aún.

Después de unos minutos sacó aquello de mi cuerpo y montandose sobre mi deslizó su pene en mi ano, y empezó a cogerme con deseo. Su pene era más largo y grueso que los cilindros, pero mi cuerpo lo recibió sin resistencia. Miré a un espejo en el closet de la habitación y allí vi aquel macho negro montandome con lujuria, y tuve un orgasmo increible.

Poco después el eyaculaba dentro de mi. Se quedó dentro un largo rato, besandome con ternura y me dijo que tenía un bello y delicioso trasero, luego salió de mi cuerpo y empezó a besar mi boca apasionadamente largo rato, y colocando mis piernas en sus hombros volvió a penetrarme mirandome a los ojos. Así me hizo el amor sin apuro diciendome que le gustaba mucho. Al acabar fuimos a la ducha y allí nos besamos largamente, y por primera vez en mi vida satisfice oralmente a un hombre.

Al irse me indicó que debía recibir ese tratamiento varios días. En la semana que estuve allí tuvimos sexo diariamente tres veces, a excepción de las dos últimas noches, que dormimos juntos y tiramos hasta quedar agotados.

Al volver a casa continuamos comunicándonos al menos una vez por semana, y me incitó a buscar la compañia de otros hombres para estar feliz y relajado, por lo que he tenido dos amantes negros que el ha aprobado. Antes de ese masaje creía que era un hombre, pero ahora se que soy una hembrita atrapada en este cuerpo masculino.

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