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Por coquetear con los ferrocarrileros, terminé bien cogido

Pasó el tiempo; tenía ya 17 años y seguía puto como siempre. Por mi casa pasa el tren, un ferrocarril de carga, a veces se detiene por horas por lo regular llega alas diez pero salida no tiene; una noche yo estaba muy caliente, tanto que no podía dormir así que salí en camiseta y shorts a caminar; como mi pueblo es tranquilo mis papás ni se preocupan por encerrarnos o así, por lo que la salida de mi casa fue rápida, fácil y sigilosa; nadie me vio.

La vía está a una cuadra de mi casa, y aún mejor queda en forma de barranca así que caminé hacia aquél sitio. Para mi sorpresa había dos maduros de operadores hacia quienes comencé a caminar con mis shorts que hacían que se me veían unas nalgotas grandes, duras y levantaditas en forma de burbuja; mi intención era seducirlos, y parece que funcionó, pues ya cerca de ellos uno me habló con la mano, no sé su nombre pero pasaban de los 40, uno era flaco y otro medio gordito, así como me gustan.

“Ven chamaco” me habla el flaco “quieres ver la cabina por dentro” dijo dándome la mano y abriendo la puerta para subir. “Debes dar un brinco para subir esos escalones” y cuando lo hice este señor aprovecho para subirme agarrándome las nalga, obvio su mano no alcanzo agarrar toda, era chica pero sentí como se subió detrás de mi y cerró la puerta mientras que el otro, que había subido primero, estaba ya sentado en un banco en la esquina viendo nada más.

Había poca luz, algunos botones, la cadena del claxon y era la verdad algo reducido el lugar; yo me acerque al tablero para verlo bien y el señor flaco, después de cerrar la puerta se emparejó tras de mi poniendo su bragueta en medio explicando los botones y el funcionamiento de cada una de ellos. Conforme se fue acercando a mí, su bulto se empezaba a sentir duro y más grande, además él se movía de derecha izquierda hasta que se frotó bien contra mis nalgas.

Sus movimientos hacían que su verga, aún guardada dentro del pantalón, subiera y bajara por entre mis nalgas, lo que hacía que yo pudiera sentir un calor de su cuerpo muy caliente y duro.

Ahí el tipo decidió voltearme y me recargo del tablero y con mi cara frente a él me empezó a besar mientras con sus manos recorría todo mi cuerpo, por debajo de mi playera y de mi short, todo esto mientras me decía que estaba muy rico y muy nalgón. Yo me dejaba llevar, pues la verdad es que me encanta la verga y no oponía resistencia ante quien quisiera usar mi culo de repositorio de sus mecos; por entonces no hacía distingos y me di a cuanto cabrón pude.

Mientras el flaco me besaba vi de reojo que el otro ya la tenía de fuera y se la estaba jalando y el ver que mi cuerpo estaba provocando tal situación me puso como loca. Me aparté del flaco y me dirigí al que estaba sentado, y me hinqué frente a él y me puse a mamar esa verga riquísima, que era como de 20 centímetros y gruesa.

El otro tipo se había quedado del otro lado, donde me besaba, como que no se animaba a venir, así que tuve que ponerme de perrito frente al de la mamada para dejar mi culito al aire, y sacándome la verga de la boca volteé y le dije al flaco “¿qué, no me quieres compartir?” y dicho eso el tipo se sacó el pantalón y vino, con su verga super parada y recta, hacia donde yo estaba hincado. Me levanto mi trasero y se seguía frotando un rato, dejando todo su precum en mi culito que palpitaba de lo caliente que estaba, mientras con mi boca me ahogaba con aquella verga deliciosa que estaba dejando bañada en mi propia saliva ante las arcadas que su tamaño me provocaba.

Luego, el flaco dejó de frotarse para bajar y  comenzar a besarme el culo, dándome unos besos negros deliciosos que provocaron que mi pequeño pene, que estaba lo más erecto que podía con sus 9 centímetros, comenzara a chorrear precum. Creo que fue entonces cuando el que me chupaba el culo notó mi pequeño pene que lo agarró y me lo apretó súper fuerte, provocándome un dolor enorme pero a la vez un gusto enorme. “Esta mierda de pene no podría satisfacer a ninguna mujer… con razón te volviste tan puta ¿verdad?” Me preguntó y yo respondí, humillado y casi llorando que sí.

Siguió chupando mi culo que ya que ya estaba muy dilatado, se echó saliva en su verga recta, flaca, larga y peluda y comenzó a penetrarme así, de perrito mientras yo seguía ocupado en la verga de su amigo. Poco a poco me la fue metiendo y yo se sentía muy rico; mis nalgas sobre pasaban sus caderas así que rebotaba en mi haciendo ruido delicioso; la tenía larga pero algo delgada. Yo estaba en la gloria, con dos vergas al mismo tiempo, una en cada entrada, lo que me tenía gimiendo como loco mientras no Sacaba la otra verga de mi boca.

El flaco que me estaba cogiendo termino rápido dentro de mi y fue entonces cuando el otro señor me sacó su verga de mi boca, se paró y me cargó para ponerme sobre la botonera; ahí, ya sin short ni playera, me dijo “agárrate de donde puedas” y me levantó las piernas. Casi caigo al no encontrar soporte alguno, pues él me levantó las piernas tomándome por los tobillos y me penetró con toda su fuerza metiéndomela hasta al fondo desde la primer clavada. Claro que se sintió la diferencia respecto al otro flaco, pues este señor, además de ser físicamente más como me gustan, me cogía con más fuerza, aguantaba más y la posición en la que me tenía me hacía entender que yo no era más que una escoria que él estaba poseyendo a su entero gusto y satisfacción; no podía hacer nada, mi culo estaba totalmente abierto y a su entera disposición. Sentía como sus caderas rebotaban en mis nalgas con estocadas muy prolongadas y cuando su verga se salía toda la volvía a meter de putazo provocándome inmenso dolor, el cual se me olvidaba al escuchar todo lo que me estaba diciendo, porque era un guarro que además de cogerme con su pitote me estaba cogiendo también con todo lo que me decía, que si estaba bien rico, “tu culo es para esto; tienes un culo de señorita, no te mereces mi leche, disfruta lo que te doy” y demás.

Luego de diez minutos el tipo gordo terminó vaciándose dentro de mi y al hacerlo me dio una cachetada que me dejó roja la mejilla. Cuando terminé de ponerme la ropa me dijo “ya lárgate pinche mariquit*, y mañana te quiero aquí a la misma hora”. Yo me fui a dormir bien adolorido y aún escurriendo leche de mi culo, pero feliz y muy complacido.

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