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El amigo de papá se enteró que era mi primera vez

Ya tenía 15 años y me sentía grande, poderoso atlético y guapo, sobre todo con un culito como de durazno duro, creo que eso hizo que mi libido despertara más rápido que los demás. Vivíamos en el campo, junto a mi familia, y mi labor diaria era irle a dejar la comida a mi padre quien trabajaba en el campo sembrando frijol, cebada y maíz.

Cuando llegué al lugar solo encontré a su amigo, un trabajador de mi papá llamado Camilo, quien estaba desyerbando los frijoles para quitar la maleza de la planta. Camilo tenía unos 42 años, era gordito, blanco y con pocas canas. Lo conocía y nos llevamos bien así que mientras estuve esperando a mi papá (que no llegaba) me puse a platicar con Camilo quien me dijo que él creía que mi padre no volvería pronto pues se había ido con el tractor a trabajar unas tierras que estaban lejos.

Ya me iba a ir pero mejor le di a él la comida y estuvo comiendo arroz y unos huevos con café. Al terminar me dijo “no quieres jugar a las escondidas entre las milpas” que como median casi dos metros y con surcos pues era fácil perderse en ellas. A mi sí me emociona la idea pues era como una selva por lo verdoso y olor a tierra húmeda que emanaban.

Ambos nos pusimos a jugar y me encontró dos veces y entonces me dijo que la tercera era la vencida; yo me fui metiendo a esconderme, brincando surcos y moviendo milpas no se qué medio por quitarme la playera y al moverme me encantaba la sensación que las hojas tocaran mi cuerpo semi desnudo pues me parecía que me acariciaban. Así  llegué a una orilla y me quité también el pantalón y me metí a otra parcela de milpa. Yo me puse en cuatro desnudo pues pensé que no me vería y me confundiría con el color de la tierra.

El calor estaba intenso, me daba toda en la espalda y los mosquitos no dejaban de picarme y ya estaba a punto de pararme cuando escuché caminar a Camilo entre la milpa y eso me daba una sensación de que ya estaba cerca así que no tenía que moverme. En eso estaba cuando llega por detrás agarrando mi cadera y me dice “te encontré, estás bien rico y nalgón” y así como me tenía tomado se empezó a frotar con ropa contra mi culo.

Rápido se la puse dura; yo tenía muchas ganas de hacerlo en el maizal pero no sabía ni cuando ni con quién y a él le tocó ser el afortunado. Sin mucho aspaviento saco su miembro chato y muy gordo y lo empezó a frotar entre mis nalgas. Su movimiento hacía que mi culito se abría y se cerraba mientras esperaba que algo entrara en él. 

A la par de sus movimientos me empezó a nalguear, provocando eco entre los matorrales y haciendo que yo me calentara muchísimo. Entonces puso su cabeza en mi entrada y comenzó a hacer presión en su cadera restregando con fuerza su pito en mi culo para ir penetrándome de a poco hasta que pude sentir sus pelos y la bragueta con mis nalgas. Me la había metido completa el muy cabrón.

Ya con su verga gorda dentro de mí, comenzó a hacer movimientos, escupiendo en mi culo cada que entraba y salía para poder lubricar la entrada. Luego de moverse un par de veces, cuando la sacó vio que tenía gotas de sangre. “No mames, ¿soy el primero?” Y yo le dije que sí, y que estaba feliz por qué por fin me habían reventado y era él quien me había estrenado. Eso lo puso como loco, le excitaba ser el primero en mi vida, por lo que empezó a darme más fuerte y mis nalgas de durazno rebotaban con fuerza hasta que se vino dentro de mi entre las milpas.

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