Para que no nos desalojaran le di mi cuerpo al rentero

Iban a botarnos de nuestra casa porque mis padres quedaron cesantes y no podían pagar el piso, entonces fuí a pedirle al dueño que nos diera un tiempo. Tenía 16 años, delgado pero atlético, y medía 1.75. Le ofrecí al casero limpiar todo el edificio diariamente y mantener los jardines a cambio que no nos dejara, pero el fue implacable. Para eso tengo conseje y jardinero, me dijo. Puedo hacer cualquier cosa que usted me pida.

Vi que sus ojos brillaban y me sonrió. ¿Harás cualquier cosa?, Si, respondí, entonces me dijo: Desnúdate. Me opuse y me dijo, pasado mañana irán a la calle. No, no, esta bien dije y me desnudé, me ordeno girarme y agarró mis nalgas. Mmmm, tienes unas nalgas muy bonitas y firmes, sabes por qué las mujeres tienen grandes traseros, son para seducir a los machos, pero si un macho tiene bello trasero, es porque en realidad no es un macho. Sus manos apretaban mis nalgas y mi pene se erectó.

Nunca me habían tocado así, ni yo había hasta ese entonces tocado a ninguna chica. El Sr. Julian, empezó a besar mis nalgas y a acariciarlas suavemente. Estaba muy avergonzado por lo que me hacía y por mi excitación. Me llevó a su habitación y empezó a acariciar mi ano con su lengua, fue una sensación muy intensa y gemí. Mmmm, te gusta ¿verdad?, pronto vas a descubrir cosas nuevas.

Empezó a meterme uno de sus dedos lubricandome muy generosamente con un gel muy baboso, me dolió un poco, pero después de un rato introdujo un segundo dedo, y luego otro. Entonces me llevó frente a un espejo y me dijo que mirara. Colocó su glande en mi ano y lo empujó suavemente. Ah, ah, era todo lo que decía. Mi cuerpo se estremecía con el dolor, pero el retrocedía y volvía a cargar.

En uno de sus empujes sentí que me abría y me dijo: Mírame a los ojos, lo miré mientras su sexo invadía mi cuerpo llenandolo totalmente. Al ver que lo había metido hasta la base, mi vientre empezó a palpitar. Me sentía lleno, poseido, suyo. Empezó a cogerme y un fuerte orgasmo explotó dentro de mi.

Chorros de semen salieron de mi sexo y el comenzó a moverse lujuriosamente diciendome: Ay mi vida que rico; que apretadito eres; yo sabía que eras una hembrita, lo que no sabía era lo deliciosa que eras; vas a ser mi puta de ahora en adelante; te convertiré en mujer, y así continuó hasta acabar.

Al sacarlo corrí al baño, boté todo su semen al vaciar mis intestinos. El entró y me llevó a la ducha, donde me hizo satisfacerlo oralmente y beberme todo s semen. Al salir me llevó a la cama de nuevo y me besó larga y apasionadamente y volvió a poseerme con lujuria. 

Al despedirme me dijo: Si te portas bien conmigo, olvidaré la renta, ven mañana, pero ten, compra una crema depilatoria y depila todo tu cuerpo, una hembra no tiene vellos en su cuerpo.

Al día siguiente volví, esta vez me vistió con ropa intima de mujer y me maquilló antes de hacerme el amor. Fui suyo 3 veces más y antes de irme pintó las uñas de mis pies de rojo. 

El Sr. Julian me convirtió en su amante, destruyó totalmente mi virilidad, y sentirme dominado por el era algo que me volvía loco. Cada tarde por tres meses fui su putita, aquel hombre de unos 50 años me enseño a satisfacer a un hombre plenamente.

Cuando mis padres consiguieron trabajo fueron a pagarle los cinco meses que le debían de renta, el solo aceptó uno y les dijo que alguien había pagado por ellos en secreto y no podía revelarlo.

Seguí siendo su hembra por dos años más. Al irme a la Universidad dejé de verlo a diario, pero cada dos semanas volvía a encontrarme con el, al igual que en vacaciones. Julian le vendió el apartamento a mis padres a muy buen precio, y se vino a vivir a mi ciudad nueva, donde compró otro condominio para poder vivir juntos.

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