<<Y con un promedio final de 9.8 en el total de cinco clavados, el jurado ha decidido que Ángel Ismael Saldívar, es el nuevo campeón de la categoría juvenil de promesas olímpicas ¡Felicidades por el primer lugar! ¡Muchas felicidades! ¡Éxito a nuestros nuevos atletas mexicanos! —Dijo uno de los jueces al micrófono>>
[Me enseña la medalla dorada que sostiene entre sus manos] Si cierro los ojos, puedo recordar el día de la selección. Rada Méndez corrió a abrazarme al escuchar mi nombre como ganador, los colegas me felicitaron; sabía que desde las gradas mis padres estarían tan eufóricos y felices por mi nuevo triunfo. Solo faltaba un paso para estar más cerca de las olimpiadas.
Solo debía pasar la prueba final. Enfrentarme a todos los numero uno de la República. Se rumoraba que Monterrey, Ciudad de México, Sinaloa y Yucatán tenían el nivel más alto; de ahí saldrían los prospectos a las próximas olimpiadas. No era cualquier cosa, no era para menos estar el doble de estresado. Mi concentración debía estar al límite. Los entrenamientos pasaron a otro nivel; tuve que sacar toda distracción de mi mente. Y eso incluía a Rada. Mi cabeza era una tela de araña con todo lo que cruzaba por ella.
Después de tantos halagos y felicitaciones, los jueces nos pidieron pasar a la premiación. De uno en uno mencionaron los cinco lugares, me colocaron esta medalla [De nuevo me enseña su medalla] subí orgulloso a la tarima de niveles. Estaba sobre ese primer lugar que tanto había deseado. Miraba a los entrenadores felicitar al mío. Rada no apartaba los ojos de mí. Estaba feliz. Ambos habíamos hecho un excelente trabajo.
La ceremonia tardó como cuarenta minutos. Mis padres buscaron a mi entrenador. Le agradecieron como todos.
<<Yo solo he sigo un guía. El verdadero trabajo lo ha hecho Ángel. Aplica bien los consejos y técnicas, se entrega al cien en los entrenos. Es el reflejo de tantas horas de trabajo; deben estar orgullosos de tener un hijo tan maravilloso—Les dijo Rada a mis padres>>
<< Estamos encantados con que seas tú su entrenador. Tienes todo nuestro apoyo y autorización, de lo que requieras—respondió mi padre>>
<<Tendremos que redoblar esfuerzos. Conozco bien el tercer filtro; esto fue mera diversión comparado a lo que viene. Esta vez competirá contra los mejores de otros estados, y están entrenando tan duro como nosotros, el mínimo detalle es el que nos hará ganar o perder>>
Mis padres mostraron toda la gratitud hacia Rada, hacían muchas preguntas. Puedo comprenderlos, tampoco ellos pensaron que pudiera llegar tan lejos en el deporte. Realmente lo que a ellos les causaba preocupación, era que muy probablemente, en la siguiente etapa, no sería cien por ciento probable que asistieran. Había algunos factores externos que podrían impedir su asistencia, comenzando por el trabajo, mi abuela enferma, y otras cosas que ya no tienen importancia. Rada les explicó que la siguiente sede, sería en otro estado, en zonas céntricas del país, donde todos pudieran tener un mejor acceso.
<< ¿qué ocurre si no podemos asistir? —preguntó mi madre.>>
<<No se preocupen por ello. Él se irá conmigo; de hecho, preferiría que, si van, fueran muy discretos. Saber que tu familia te mira, solo te pone más nervioso. ¡Lo digo por experiencia propia! —Es lo que les aconsejó Rada>>
Fui y regresé de los vestidores, y mis padres seguían en su plática. Me acerqué a ellos con una sonrisa gigante enseñándoles la medalla que lucía en mi cuello. No quería quitármela por nada del mundo, nunca me sentí tan orgulloso, como esa vez.
<< ¡Hola campeón! —me abrazó papá>>
<< ¡Lo hiciste perfecto hijo! Estamos muy orgulloso de ti—mamá estaba muy feliz >>
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Rada dio dos aplausos lentos mientras mis padres me abrazaban, alcé la mirada, mi entrenador no quitaba sus ojos de mí, podía leer claramente el orgullo que sentía hacia mí.
Bendito el día que pasé a ahogarme. Es la razón de haber llegado tan lejos [Dio una pequeña carcajada]
¿Rada fue más estricto para la siguiente etapa?
La siguiente competencia iba a ser en los próximos dos meses, no era mucho tiempo si lo divides en días, semanas y metas. Nos tomamos una semana para descansar y relajarnos un poco. Me advirtió que la siguiente semana iniciaríamos una rutina mucho más pesada, por lo que debía descansar todo lo que pudiera; una nueva etapa comenzaría, ya estábamos hablando de ligas mayores. El entreno quedó en el mismo horario.
Llegué treinta minutos antes como siempre. Rada salió del agua para pedirme que me cambiara en lo que terminaba de entrenar; tuvo que modificar su hora de entreno para no afectar su rendimiento. Mis ojos se iluminaron al ver semejante cuerpo, casi había olvidado lo bien que se le miraba con toda la presión de la competencia. Como dije antes, tuve que eliminar cualquier distractor. Debía hacer algo para calmar mis ganas, de nuevo el morbo había surgido, ver su paquete húmedo y tan abultado, me hizo recordar aquella tarde, dejándome con ganas de volver a probar esos centímetros.
¿Afectó eso en la siguiente etapa de entrenamientos?
Yo pienso que sí. Tenía la cabeza por todos lados, era como si mi mente recibiera bombardeos por todos lados, estaba la presión de hacer las cosas bien, no defraudar a mis padres, no defraudar a rada, no fallarme a mí mismo, y desde luego la atracción que estaba latente, y creciendo a pasos agigantados. Algo pasó durante los primeros tres entrenos. Estaba muy desconcentrado, muy ansioso, estresado. Mi nivel decayó de manera abrupta, sentía mi cuerpo pesado, y como si caminara con las piernas atadas a piedras. Estaba ocurriendo algo conmigo, y tenía que expresarlo antes que yo mismo me auto saboteara. Esa tarde al escuchar el silbato de rada indicándome que el entrenamiento había concluido, salí del agua para sentarme en las bancas, no era necesario gritar lo que ocurría, Rada se dio cuenta por sí solo.
<<—¿Que te ocurre? Te noto fuera de lugar—preguntó mi entrenador—Tienes que meterle más ganas, te siento lento, desanimado ausente ¿está todo bien? Solo tenemos dos meses para hacer esto juntos. No me dejes hacer el trabajo solo, necesito ver al Ángel de hace una semana>>
Le dije la verdad, le conté como me sentía. Estaba cansado mentalmente, tenía en mi cabeza un enjambre de pensamientos que zumbaban uno sobre otro sin dejarme escuchar claro la voz de mi conciencia. Sentí alivio al contarle casi todo. Pero lo más importante, lo retuve [Respiró fuerte, expiró el aire, bajó la cara, oprimió los labios y continuó]
Rada no se quedó contento con esa respuesta, insistió.
¿Le dijiste la verdad?
Era eso, o seguir perdiendo mi nivel. Así que me abrí, y le dije que él era parte de no poder concentrarme. Le confesé todo, le dije que sentía una atracción sexual muy fuerte por él, no podía dejar de recordar lo que ocurrió aquella tarde en las duchas. Lo miré a los ojos, le confesé que también sentía algo no sexual. Él se quedó callado, pensativo; sé que se sentía culpable. Se levantó y caminó unos pasos de ida y vuelta, luego volvió a sentarse a mi lado, le dio dos palmadas a mi pierna, y habló conmigo con toda su sinceridad; el lugar estaba ya completamente vacío.
<<Te aseguro que no fue un error, fue un impulso, tampoco yo pude controlarme. No sabía que repercutiría en tu rendimiento, tampoco estoy diciendo que no significó nada para mí. Sé que fue algo muy poco profesional, todo este tiempo he querido limitar todo ese lado afectivo justamente para que esto no ocurriera. No es está bien que un alumno se relacione sexualmente con su entrenador, y sé que sueno contradictorio, porque yo también brinqué esa barrera. Pero debemos enfocarnos en nuestro papel, lo que pasó ya no puede volver a ocurrir— Su voz era seca, y tragaba constantemente saliva. Estaba nervioso>>
Fue un golpe duro para mi seguridad. Su respuesta golpeo mi ego. Fue la primera vez que sentí mi corazón romperse. Me gustaba Rada, y no solo de manera sexual, pero entendía su posición. Hoy puedo comprender la situación en la que lo puse, y quizá fue lo más sensato que pudo hacer.
¿Entonces ahí acabó todo?
No. Eso es lo que yo también creí. Esa misma tarde, entré a los vestidores, tenía que mudarme de ropa, para luego ir a casa. Rada me llevaría como todos los días de entreno, y estaba seguro que sería el traslado más incómodo de toda mi vida. Sentía un poco de enojo conmigo por haber sido tan sincero. Me desnudé, entré al agua, me recargué de la loza, miré el agua escurrir por el desagüe, estaba triste. Era mi primer encuentro con el desamor, así que puedes imaginar cómo me sentía. Era una sensación muy intensa. Se siente como un nudo en el cuello, como mil mariposas fumigadas en el estómago intentando revolotear.
Salí desnudo, solo con las sandalias para no resbalar, y una toalla alrededor de mi cintura, abrí mi locker para tomar mi mochila. Y al girar, me toma por sorpresa el cuerpo de rada frente al mío. Estaba tan clavado en mi depresión, que no lo escuché entrar. No me percaté del momento en el que ingresó hasta donde yo estaba.
<<Solo me visto, para irnos —Le dije>>
Él estaba ya vestido. Traía una playera tipo polo color rojo, con una franja azul, y otra blanca, cruzando por los pectorales, unos jeans ajustados de los muslos, y holgados en las pantorrillas, y tenis de válvula color azul. Lo tenía frente a mí, podía sentir esa mirada ardiente penetrando mi espacio personal. La reacción fue muy rápida, me recargó contra los armarios metálicos, el aluminio hizo eco cuando su cuerpo impactó contra él mío para robarme tremendo beso que de nuevo me llevó a las estrellas. << ¿Cómo rayos pasó eso?>> Es lo primero que me vino a la mente. Me dejé llevar, sus labios guiaron ese beso que duró poco más de un minuto, sentía el aire caliente salir de sus fosas nasales, su barba raspaba mi barbilla, y sus manos con las ganas de arrancar la toalla que me cubría.
<<También me gustas —Susurró. Fue todo lo que dijo, y luego volvimos a besarnos>>
No sabía que responderle, yo solo quería ser suyo. Tenía claro que, si con alguien quería perder la virginidad, era con mi entrenador. No pudimos hacer mucho en los vestidores, era demasiado riesgoso. Solo fueron manoseos, yo sobre su ropa, y el debajo de la toalla. Interrumpimos el manoseo, estábamos muy calurosos. Me dejó vestirme, y luego salimos hacía su auto.
Encendió su vehículo, el motor hizo vibrar un poco el vehículo. Me vio fijamente y me preguntó, si mis padres se enojarían si llegaba un poco tarde. Le contesté que con un buen pretexto accederían, más si él era él solicitante. Nunca se opusieron a nada, que Rada solicitaba. Hizo una llamada, inventó que me invitaría a cenar, y nos fuimos a su casa.
Condujo hasta su departamento. En todo el camino mantuvo su mano sobre mi pierna, su palma irradiaba calor, y me agradaba sentir sus dedos poniendo presión a lo largo de mi muslo. No hablamos mucho, al menos no de lo que estaba a punto de pasar. Llegamos a su hogar. Me invitó a pasar, olía a manzanas y canela; el aroma me recordó la navidad, todo era muy minimalista. Tenía una sala de muebles de piel sintética color café, cuadros abstractos, por lo visto le gustaban los tonos de café y marrón; apenas miraba lo lindo que estaba el lugar cuando se lanzó sobre mí. Me tiró sobre del sofá, me quitó la playera y con sus fuertes brazos retiró la suya. Se inclinó para besarme mientras abría su pantalón, lamió mi cuello, y lancé un gemido al sentir el experimentado paseo de su lengua.
Nada me haría quitármelo de encima, tuve tantos sueños húmedos con ese momento. Se movía entre mis piernas restregando su paquete contra el mío. Me abrí el pantalón e inmediatamente su mano sacó mi pene erecto, comenzó a masturbarme mientras sus besos no se detenían. Jamás me sentí tan caliente y tan atraído por un hombre. Saqué su pedazo de verga, se puso de pie y acerqué mi nariz para oler ese aroma tan masculino. Metí la enorme cabeza de su pene dentro de mi boca.
Nos pusimos de pie y me recargó contra la pared, bajó mis pantalones, y mis calzones de un solo tirón, dejando mi culo lampiño expuesto frente a él, vi su ropa salir volando, por un lado, se arrodilló frente a mi trasero, sus manos tomaron mis nalgas para abrirlas, su lengua frotó mi ano, y luego la introdujo con la misma fuerza de un torbellino; hacia movimientos con ella que me ponían muy fácil.
Después de haber lubrica mi culo con su saliva comenzó a intentar introducir un dedo. Acariciaba el contorno, me pidió que me relajara y no oprimiera las nalgas. Con la mano que tenía libre comenzó a acariciarme los huevos y el miembro para estimular, no quería que perdiera su dureza. Su dedo comenzó a deslizarse dentro, sentí algo de dolor, nada que no pudiera aguantar. Tenía un trato muy delicado, y rudo a la vez. Pronto su dedo pudo entrar y salir sin control, haciéndome sentir una sensación placentera que jamás había vivido.
Se puso de pie, sentí su verga acomodarse entre mis nalgas, tomó mis caderas con fuerza, embarró su miembro con algo de saliva, eso ayudó a deslizar su duro trozo de carne entre mis glúteos, puso presión haciéndome sentir la punta, intentaba abrirse camino dentro de mí. Sentía como mi culo hacía todo lo posible para darle entrada a su grueso pene. Fue por lubricante, lo colocó en uno de sus dedos y nuevamente lo introdujo dentro de mí, me estimuló suavemente, hasta que sin problema entró por completo. Después metió otro de ellos, y cuando logro meter el tercero supo que ya estaba listo para recibir más que sus dedos.
Volvió a colocarse detrás de mí. Colocó su verga en posición nuevamente, esta vez puso más fuerza. El primer empuje fue algo brusco, pero logró abrirse camino dentro de mí. Pegué un gemido que sonó más como un grito de dolor.
<<—¿duele? —me preguntó preocupado. Respondí que sí, pero le pedí que por nada del mundo se saliera. Sentía su verga caliente entrando lento en mí. No me importaba el dolor, no me importaba si me escuchaban gritar, yo quería que Rada me hiciera suyo. Quería ser su campeón en la piscina y en la cama. >>
Sentí cuando llegó al tope. Se sentía más grande de lo que se miraba por fuera. Se movió lento y con cuidado para no lastimarme. Podía sentir el gran vacío cuando salía y nuevamente muy lleno cuando entraba por completo. Bastaron unos minutos para comenzar a disfrutar las embestidas de mi profesor de natación. ¡Que rico cogía! Al parecer, del trampolín no eran los únicos clavados que hacía bien. Sus grandes manos me traían contra él para meter más duro y más a fondo. Gemía inevitablemente; al parecer le gustaba escucharme disfrutarlo. Mis ojos estaban en blanco, y su mano tiraba de mi cabello, para concluir con un buen beso.
Me gustaba cuando se detenía por completo estando aun dentro de mí. La sacaba lentamente, centímetro a centímetro hasta dejarla casi al final, para luego meterla hasta el fondo, con la misma fuerza de la cornada de un toro. Sus huevos chocaban contra mis nalgas haciendo un sonido continuo de golpeteos. Por dentro le rogaba que acabara pronto, pero a la vez, no quería que se detuviera. Mis manos se sostenían fuerte de la pared. Por un momento pensé que mis manos se incrustarían dentro del concreto, de lo fuerte que intentaba sostenerme.
Con cada clavada sentía como me despegaba las piernas del piso, su tamaño contra el mío imponía fuerza, era un hombre grande y corpulento, a lado de mi delgado y atlético físico. Estábamos muy agitados, el alma se desprendía de nosotros con cada respiración agotada.
Cambiamos de posición, tanto como a él se le antojó. Parecía un muñeco de trapo a su lado. Me gustaba verlo sobre de mí, con mis piernas alrededor de su cintura, y él en medio, dándome con todo. Miraba cómo su verga entraba hasta que sus vellos púbicos toparan con mi ano. Su sudor no dejaba se caer sobre mí. Había visto a mi entrenador transformarse en esa bestia sexual que tanto imaginé en sueños. No me decepcionó.
<<—¡Ya me voy a venir! —aviso con un grito. >>
No sé cuánto tiempo había pasado, perdí toda noción desde el primer beso de la noche. Sentí como explotó dentro de mí, Comenzó a gemir con cada eyaculación. Sus gritos eran como aullidos de lobo. Sentía el líquido caliente correr dentro de mí. Se inclinó para besar mi boca, la mordió y me miró a los ojos con una sonrisa muy profunda.
Obtuviste lo que querías ¿no es así?
Si.
¿No les afectó?
[Se quedó pensando unos segundos antes de responder] No exactamente al momento. No por nada te dicen que jamás se debe mezclar sentimientos con lo profesional; no es algo que repercuta al instante, pero con el tiempo va carcomiendo, más cuando eres solo un muchacho sin experiencias suficientes
¿y luego qué pasó?
Esa noche me llevó a casa y pidió hablar con mi padre para darle una explicación. Le dijo que me había llevado a cenar para celebrar la victoria; pidió una disculpa por no haber avisado. Mis padres estaban encantados con Rada, ni siquiera lo cuestionaron. Entré a mi habitación, me quedé un rato tumbado mirando el techo, recordando el acontecimiento, y pensando en él.
¿Te enamoraste?
[Nuevamente ese silencio de segundos]Si.
¿Cómo te fue en la competencia final después de eso?
El mes de entreno pasó demasiado rápido. Nos concentramos y entrenamos duro. Mientras menos días faltaban, más nervioso me ponía. Tratamos de hacer un lado nuevamente lo ocurrido, o no podríamos centrar la vista a la meta.
Llegó el gran día. Estaba muy nervioso. Rada esperaba en donde todos los preparadores observaban la competencia. Habíamos viajado hasta Guadalajara. Mis padres no iban a poder ir, creo que eso me relajó demasiado, su presencia me ponía muy nervioso. Escuchaba el nombre de cada uno de los participantes. Duraba de 5 a 7 minutos en lo que subían al trampolín y se tiraban el clavado. Estaba tan ansioso que ni siquiera presté atención a mis rivales. Estábamos colocados por numeración, mientras más cerca estaba mi número, más nervioso me ponía.
<< —¡Número 16! ¡Número 16! ¡Ángel Ismael Saldívar! Prepárate. —Entró gritando el coordinador, para no perder tiempo >>
Sentía que mi corazón saldría en forma de vómito. Es una sensación a la que te haces adicto. Tu respiración se acelera, los pies te tiemblan, el estómago forma un vacío, y sientes cosquillas por todo el cuerpo. Y en cuanto subes, y caminas al borde de la tabla, todo se detiene, es como si el ruido se apagara, como si todos se esfumaran. Concentrado, lo había hecho muchas veces, pero esa vez ya no había margen de error. Sientes tu cuerpo caer, es como si tus articulaciones ya supieran que hacer de manera automática. Luego sientes romperte contra el agua, y en un par de segundos, todo ha acabado, solo falta esperar que el resto lo hayan hecho unas milésimas peor o mejor que tú.
<<—9.8. —Escuché en el micrófono, aunque no . Me puse muy feliz; ahora solo debía hacerlo dos veces más.
Regresé a mi lugar. Esperaría a que tras el rol mi turno llegara de nuevo. En ese momento sientes la adrenalina romper contra tu piel.
—¡Lo hiciste muy bien! —Dijo uno de los chicos de mi grupo. Era un chico alto, delgado, rubio claro, de unos ojos hermosos, y una sonrisa contagiosa.
—¡Gracias! Tu igual lo has hecho muy bien.
Se llamaba Mario Aguilar. Venia de Monterrey y era uno de los mejores. Estaba casi seguro que estaría dentro de los cinco lugares seleccionados. Platicamos bastante, era muy agradable. Muy guapo, sobre todo.
Quedé entre los seleccionados. No como el número uno; fui el tercer lugar. Mario había tomado el primer lugar. Lo tenía bien merecido. Celebré con Rada la victoria en la cama. Me hizo suyo tantas veces como pudo. Me explicó que para las olimpiadas seguro me pondrían un entrenador más veterano, y así fue. Nos pusieron a un guía más viejo con el perfil de siempre. Según la preparación sería más estricta y rigurosa. Rada me dejó ir. Me dijo que aún tenía mucho por vivir, él sabía que en el camino encontraría aventuras que al final terminaría separándome de él; para mí apenas comenzaba la verdadera competencia de clavados